miércoles, 8 de diciembre de 2010


Los bandoneonistas




Ninguno de los bandoneonistas volvió a tocar. La última luz que resplandeció en el bodegón de Olavarría fue apagada en 1948 cerca de la medianoche por el Tte. Gral. Alcorta, que sacó a Fermín Aráoz a garrotazos por la puerta trasera, en el momento que se disponía a tocar el bandoneón, el instrumento que fue silenciado aquel 11 de agosto, hasta el retorno de su bisnieto desde la ciudad de Galicia.
Martín Aráoz, se sentía más gallego que argentino y al día de hoy era el único heredero. Reabrió el bodegón en Agosto de 1999, casualmente en el mismo mes en que había sido cerrado; con la diferencia de que habían pasado cincuenta años del secuestro de su bisabuelo. Martín no era de izquierda ni de derecha, tampoco miraba para atrás, abstemio de su propia historia, nunca pregunto ni le contaron… descendía de un pequeño mundo de secretos familiares que se llevan a la tumba con los muertos de turno.
A los días siguientes de abrir el bodegón, una serie de rastros obligaron a indagar aquello había sucedido, ocurrió una tarde que había comenzado por arrojar a la basura las innumerables cajas y columnas de cartones que se balanceaban haciendo equilibrio entre ellas mismas y contra la pared, unas detrás de otras como si se multiplicaran. En las últimas columnas encontró una puerta obstruida por las mismas cajas, las arrojó; en la pared anterior pudo ver agujeros que parecerían con toda certeza, balas detonadas; siguió la línea de agujeros hasta el cuarto contiguo ingresando por la puerta que acababa de liberar, se hallaba la cocina, con el suelo cubierto de herramientas que desconocía, eran muchas y todas se encontraban dispersadas a lo largo del piso, además de un bandoneón deshecho, con las teclas salidas y diseminadas alrededor del instrumento. Sobre las cuatro paredes de la cocina encontró escrito “viejo hijo de puta” y una serie de repetidos hijos de puta, el cuarto observado desde el marco de la puerta se transformaba en una imagen tétrica, que se encontraba entre lo nefasto, lo imponente y siniestro; anonadado, en un estado de desesperación e incertidumbre, se preguntaba ¿Quién era Fermín? ¿Por qué un viejo inofensivo de una bodega tendría esas inscripciones dedicadas en las paredes? ¿O acaso Fermín había sido un caso más de la represión?
Llamó a su abuela, Clara, que era la única persona de su familia con la que tenía contacto reiteradamente. Martín sabía que ella había trabajado en el bodegón hasta los quince años y que después fue trasladada para la zona de San Isidro por su propio padre

Contestó el teléfono.

- Hola abuela
- Hola, ¿hola?
- Soy Martín abuela
- ¡Martín! Mi amor, ¿cuándo llegaste?
- La semana pasada
- ¡Como sos! No pasaste para saludarme
- Si abuela, voy a tratar de pasar el fin de semana, te llamo en realidad para hacerte una pregunta
- Si, decime
- Decime… ¿Vos estabas cuando llevaron al bisabuelo?
- No
- ¿Sabes si además de que se lo llevaran pasó algo?
- ¡Ay Martin! Después de tantos años
- ¿Sabes?
- ¿Vas a venir a visitarme? ¿El sábado? No, no, mejor venís el domingo y te hago el almuerzo, el sábado tengo yoga y un retiro con mis compañeras en el jar...
- Me contestas por favor… sabes algo…te llamaba porque me acabo de encontrar con el bodegón lleno de mugre, las paredes escritas, todo revuelto, roto en el piso
- vivió conmigo, hasta que yo cumplí ocho años, todavía estaba mi mamá, un día discutieron y…no sé, creo que estoy inventando porque en realidad no me acuerdo, ¡yo era tan chica!
- Decime la verdad
- Ay Martín, Martín…no se hijo, no me acuerdo, yo era muy chica, tengo 84 años, no me acuerdo… no es que no quiero… haceme el favor, limpia todo lo que encuentres, pinta las paredes y deja todo como está ¿para qué querés revolver?…abrí el negocio y a otra cosa mariposa, te abrís un estudio jurídico
- Abuela yo no soy abogado
- Bueno, un estudio contable
- Deje 3° año de veterinaria
- ¡Bueeno! ¡Un lugar para trabajar! …además ¿por qué no venís a ver a mí que estoy viva? No te preocupes tanto por los muertos…uno tiene que ver a la gente cuando está viva… ¿sabes qué? Sos un desa-grade-cido, igual que tu mamá, porque eso de estar pendiente de los muertos, de nuestro lado no se hereda, siempre preguntando por los demás ¡ahora! Por mí, bien gracias, vas a ver cuando me muera vos vas a estar llorando como un condenado para la mirada de los demás… -suena el tono de corte- ¡Martín…Martín!

La mamá de Martín estaba en chile y no había otro familiar vivo o disponible que pudiera esclarecer lo que había sucedido en Olavarría. Se resigno a esperar el fin de semana y almorzar con Clara; mientras aguardaban los días, dejó suspendida la limpieza y se abocó a recorrer el barrio, para poder socializar con los vecinos aledaños.
Era temprano, salió solo a caminar, a caminar solo, a observar. Hizo dos cuadras por la calle Suárez pasando la calle de Regimiento de los Patricios, no había gente, solo dos señoras mayores tomando mate en un balcón, dobló la calle para ver si encontraba alguna persona del barrio, tomó Práctico Póliza pasando por una de las puertas de la bombonera y retornó por Olavarría, a mitad de cuadra vio una puerta de garaje abierta y adentró un hombre que estaba sentado en una silla destartalada vendiendo antigüedades, algo parecido a un mercado de pulgas, pero mucho más humilde

- Buen día
- Buenos días, ¿sí?
- Hola, que tal ¿podría mirar?
- ¡Por supuesto hijo!
- ¡Qué bárbaro! Exactamente la misma que hay en la casa de mi abuela (tomaba entre las manos unas guirnaldas de cristal de roca que colgaban de una araña)
- Seguro…acá vas a encontrar de todo, lo que se te ocurra
- Sí, estoy empezando a darme cuenta …¿sabe qué? yo soy Martín, no me conoce, pero soy el bisnieto de Fermín,
- ¡Noooo, mira! El mundo es una pañuelo, bah, vivían acá ¿qué haces pibe? Tantos años…ni sabía que tenía nietos…a tu abuela la vi…cuando cumplió ¿quince?
- ¿usted lo conocía?
- No mucho, mi papá sí, mi papá falleció hace veinte años igual, él era íntimo amigo de él
- ¿Y usted que sabe de él? Le pregunto porque en este momento no está nadie de mi familia y la verdad yo me vine a hacer cargo del negocio…nunca me contaron mucho y… ¡qué sé yo!... Uno quiere estar al tanto de los amigos… del barrio
- Mira hijo, no te voy a poder ayudar, yo no sé, mi viejo era… ¿sabes qué? Hay una señora que te podría orientar, se llama cristina, ¿ves la otra cuadra? La puerta negra, toca el timbre, ella capaz te puede contar algo, creo que se llevaban bien, si se acuerda, es una señora grande…
- Bueno gracias, ¿su nombre don?
- René
- Gracias René
- De nada hijo

Se dirigió a la puerta caminando por Olavarría, tocó el timbre

- Hola
- Hola… ¿señora cristina?
- Si, ¿quién es?
- Me llamo Martín…Martín Aráoz, soy el bisnieto de Fermín del bodegón
- (hace un asentimiento con la cabeza) ¿qué querés?
- puedo hacerle una pregunta, recién llego de España, para encargarme del negocio, no puedo encontrar a alguien que me ponga al tanto de algo…
- ¿Y por qué no preguntas a tu abuela?
- No se acuerda, dice eso, lo dudo…pero bueno, sabe, nada más me gustaría saber un poquito del barrio…de él, como funcionaba el lugar
- ¿El barrio? Bien… funciona como cualquier barrio y el tocaba el bandoneón, atendía el negocio…
- Sí, pero… le pregunto porque encontré muchas cosas rotas, papeles… una serie de cositas llamativas, no sé, me gustaría saber un poco lo que paso por acá
- Estoy un poco ocupada, además no sé, ni siquiera sabía que Fermín había tenido nietos
- Yo la entiendo, cae un pibe cualquiera, ero realmente le pido, si quiere comuníquese con mi abuela, para que se sienta más tranquila, anote el teléfono…
- No, está bien
- yo solo quería saber si usted podría saber algo, es más, René, ¿René puede ser? Me dijo que viniera a preguntarle a usted que conocía a Fermín, primero…
- Está bien, bueno…vení, pasa

Lo hace ingresar, cristina se encuentra en una silla de ruedas, es una mujer muy grande, con la cabeza cubierta de canas color plata, en el rostro descansaban unos anteojos de marco de carey gruesos, antiguos y su cuerpo esquelético se escurría entre la camisola de flores. A Martín le inspiraba tristeza, la vejez le resultaba conmovedora cuando se la transitaba en soledad, porque la vejez era para él el mismo estado de la niñez de un pequeño con discapacidades motrices, el tiempo y la imaginación al servicio…¿de quién? ¿Al servicio de quién? En Cristina veía a su abuela, mejor dicho, a la soledad de su abuela, a la ansiedad y la alegría desbordante con que espera a su nieto para compartir un mate, un miserable mate, una succión de segundos de una bombillita de metal, un “¿cómo estás?” y una respuesta conformista o no, pero una respuesta al fin, que corrobore que soy alguien porque hay “un otro” que me constituye que aún estoy vivo, “un otro” que tengo que esperar o que me espera para compartir y me otorga longevidad, no eran las pastillas de la presión que la salvaban de que las arterias no estallen, era esa simpleza tan obvia que quedaba invisibilizada, esa simpleza que era sentirse necesitado, querido hasta el fin de los días. Martín se sentó en una silla de hierro que formaba parte del pequeñísimo comedor. Cristina, se movía con soltura y rapidez a pesar de estar atada a la silla de ruedas

- ¿Tomás mate?
- No, si…bueno si, no tengo la costumbre
- ¿Hace cuanto llegaste?
- Una semana y pico
- ¿Y tú mama?
- Esta en chile trabajando en una agencia de noticias
- ¿Y vos? ¿Acá de que vas a vivir?
- Y… tenía pensado abrir el negocio pero me encontré en la cocina o lo que queda… sabe, lo que más me llamó la atención es que encontré inscripciones, puteadas bah, supongo que a él, entonces eso me hizo ruido…me quedé sorprendido, ¿qué es lo que paso?
- Tenía un bar…un bodegón de barrio, servía algunas bebidas, algunas comidas, entraban pocas personas, iban los mismos todos los días, no sé si le alcanzaba para vivir y tenía un compañero que tocaba con él el bandoneón
- ¿Y sabe si alguna vez paso algo?
- No… se que a tu abuela se la llevaron para protegerla a una casa en san Isidro, se casó con el hijo del dueño, tu abuelo
- ¿Protegerla de qué?
- No se
- ¿Y a esa familia sabe cómo llegó?
- no sé
- ¿Y las puteadas, hubo algún quilombo ese día?
- La verdad que no se
- por favor se lo pido, todos me contestan lo mismo ¿nadie sabe nada? ¿no vieron nada? hay un cuarto tapizado de puteadas gigantes escritas y nadie sabe nada, ¿quién las escribió entonces? nadie, solas aparecen
- Bueno querido, no te enojes, yo no tengo nada que ver con lo que no te cuentan...lo único que se, es que se lo llevaron en el año 68´…un comando y no se quienes eran, no se supo más nada… bueno, me tengo que ir a ver la comida
- Bueno gracias, disculpe que la moleste
- Por favor
- Chau
- Hasta pronto

Se retiro de la casa de Cristina, volvió para el negocio y esa noche volvió a llamar a su abuela.

- Abuela vos te estás haciendo la boluda conmigo, todos los vecinos que vi hoy me dicen que vos sos la única que sabe algo del bisabuelo, era tu viejo, ¿o no?
- Hola, que tal, si Martín, me va bien, gracias por preguntar, que querías mi amor…no, ¡no sé y no me jodas más! –corta-
Abuela, abuela… ¡vieja de mierda!
La vuelve a llamar.
- Abuela, me llegas a cortar otra vez y te voy a buscar a tu casa y no te dejo de tocar el timbre hasta que te tengas que levantar de la cama y contestarme
- ¡Pero mira si serás! Obstinado como tu padre ¿ves? “lo que no se roba se hereda”
- Decime que pasó, que hacía el bisabuelo
- Bueno…venís mañana a mi casa, no quiero hablar esto por teléfono, pasa al mediodía
- Pero…
- Pasa mañana al mediodía, un beso Martín, que descanses
- Hasta mañana

Se recostó encabronado y algo arrepentido a la vez, registraba que una vez más había tratado a su Clara con la misma frialdad en que se trataban todos los temas en su familia, la búsqueda del objetivo personal lo hacía olvidar de la reflexión que hizo esa tarde compartida con Cristina, esas simples cuestiones que involucraban el mate y la bombilla, el “¿cómo estás?”, etc.
Al día siguiente se encontraba puntualmente a las doce del mediodía en la puerta del edificio de su abuela, con un ramo de flores para reparar el llamado de la noche anterior; tocó el portero e ingresó.

- por fin…¿cómo estás abuela? te traje este regalito en vez de postre para que no engordes, como me pedís siempre
- mi amor…sos un dulce, son hermosas…ay, por fin, hasta que alguien de esta familia se tomo la molestia de visitarme
- bueno, mira, yo no vine hoy para resentimientos, iba a venir de todas formas, me podes decir que hacía Fermín
- primero sentate, no, mejor tomá -empieza apilar sobre las manos cosas para poner arriba de la mesa- ayudame, lleva dos platos, los vasos, eh, servilletas, sal…
- para abuela, no puedo todo junto… decime
- ¡la carne! Se me quema… te hice albondigón, ¿te gusta? Siempre comías de chiquito, el mío, porque tu mamá será muy inteligente, muy estudiosa pero no sabía lavar ni una hoja de lechuga
- bueno…si, me acuerdo, me gusta y entonces…
- ¡pero yo no lo puedo creer! no me ves hace…cinco, ocho años
- abuela te vi hace un año y medio que viajaste, te pague el pasaje y viviste en mi casa durante tres meses
- mira, te digo, que podes abusarte porque como paso los setenta, la cabeza esta cada más peligrosa de recordar
- ¡dios!
- ¡bueno! -coloca en la mesa la fuente de un golpe-…te pido un favor muy grande…nunca se te cruce decir una sola palabra sobre esto…
- te lo prometo
- mi papá era bandoneonista, tocaba de medianoche con un vecino que era habitúe del bar… una vez entró un comando y se los llevó
- sí, eso me lo contaron
- ¿quién?
- Cristina
- ¿Cristina? ¡Cristina! Estuviste hablando con cristina ¿cómo llegaste a hablar con esa miserable? ¡hija de puta!
- Sí, ¿qué tiene? Vos no querías decir nada, mama no sabe, empecé a preguntar a los vecinos… ¿Pero lo llevaron nada más porque era bandoneonista?
- No, él y uno de los hombres del barrio que ya murió, quedo el hijo pero no sé si vive
- ¿El hijo?
- Si
- ¿Cómo se llama?
- René
- Si, ¡René!
- ¿hablaste? ¿Cómo anda? Sabes que René siempre estuvo enamorado de mí, porque yo era una muñeca, ¡un cueerpo tenía! ahora estoy vieja pero preguntale…
- decime de una vez porque te fuiste y que hacía él
- Yo no me fui, me alejaron de ahí para que no me lleven como a mi mamá, me quiso proteger…el abuelo tenía una amante…de una familia que sabía que no se tenía que meter
- ¿Mafiosos?
- Militares…estuviste cerca
- Entonces…
- Alguno de los que iban a almorzar ahí, terminó siendo un buchón de los milicos y uno de los tenientes de aquel entonces, apareció una noche para mostrarle como tenía que esfumarse de al lado de la hija, que resultó ser esta amante; en vez de lastimarlo a mi papá, se llevaron a mi mamá de castigo y como el bisabuelo nunca dejó de verla, prefirió enviarme a una casa de unos amigos de nuestra familia, acá en san Isidro y después me terminé casando con el hijo del patrón de la casa, según él, lo hizo para protegerme el hijo de puta, la verdad que se lo merece lo que le hicieron, me cambio a mí y a mi mamá por una pibita…encima hija de milicos - se detiene a llorar-.
- Perdona abuela…igual algo no me queda claro, ¿por qué después se lo llevaron a él?
- No se…yo tampoco se eso, no estaba, no hablaba más con él, después que me envío ahí, nunca más quise saber más de él y fue así, porque no supe más nada, hasta que un día me llamaron para contarme que había desaparecido y lo único que me dijeron es que vaya revisar el bodegón, yo no tenía, fuerza, coraje, ni ganas de seguir investigando en la vida de mierda que llevaba, preferí darlo por enterrado y que dios lo aguarde
- ¿y en el bodegón que podías encontrar?
- no se… me dijo un día cristina que había estado presente, pero no podía hablar porque tenía miedo de que alguien la escuchara, que hubiera infiltrados por el barrio, no se equivocaba, tenía terror a que se la llevaran a ella… un día que me acerqué de nuevo al bodegón dispuesta a entrar pero después de lo que me dijo, tire la llave al medio de calle y me volví, cuando pase por la puerta, nunca me voy a olvidar esa imagen tétrica, estaba mirándome por detrás de las rejas de su casa cantando con una mirada de desquiciada -…Alma de bandoneón, alma que arrastro en mí, voz de desdicha y de amor, te buscaré al morir, te llamaré en mi adiós, para pedirte perdón, y al apretarte en mis brazos, darte en pedazos mi corazón- cantaba y cantaba la loca… yo estaba tan dolida de que nos había abandonado, que cerré todo lo que había pasado
- entonces después
- después que me casé, busque a mi mamá, nunca la encontré…la busqué con abogados, con peritos, detectives, guerrilleros, con dios, con el diablo y no había caso, se la había tragado la tierra…cuando nació tu papá fue el final de esa historia para mí, ya no quería más buscar muertos. Lo crié sin decirle nada pero cuando maduró y quiso armar su vida con tu mamá, que estaba embarazada, eran jovencitos, estudiaban y no tenían un peso partido al medio y me pidieron el negocio para poder vivir de eso ¡qué les iba a decir! si estabas por nacer vos, ellos no tenían nada, cuando entró y encontró lo mismo que encontraste vos, tu mamá siguió viviendo de su tía, pero tu papá empezó a investigar, a preguntar, a preguntar, el peor error que tuvo…porque se fue con mi mamá supongo, volví a hacer lo mismo, abogados, peritos, etc., etc., nada por segunda vez…
- y ahí con mi mamá nos fuimos a España
- si, se fue embarazada casi en el último tramo, era tan orgullosa, su tía la hecho por miedo a que entraron los mismos comandos a su casa y conmigo nunca quiso quedarse, en el fondo tu mamá, hizo lo mejor que pudo, yo no tengo mucho trato con ella, supongo que está muy dolida todavía
- no sé, porque nunca habló nada
- ¿y el abuelo? ¿Tu marido que decía de todo esto?
- (silencio)
- Abuela, ¿que decía?
- Nada, estaba ocupado en la casa de Cristina
- Te engañaba
- Un espécimen más de hombre
- Está bien abuela, te agradezco mucho igual todo lo que me contaste… ¿bueno, comemos?
- Dale, que se enfría

Esa tarde terminaron de comer y Martín volvió para el bodegón, mientras caminaba se lo cruza a René en la puerta, estaba sentado como todos los días

- ¡Buenas René!
- Hola Martín ¿Martín era?
- Si, muy bien
- ¿Y tu abuela? Mandale saludos de parte mía cuando la veas
- ¡ojito René! (decía entre sonrisas) Le mando, Buenas tardes
- Buenas tardes hijo

Entró al bodegón, encendió una radio portátil y siguió acomodando lo que todavía quedaba sin orden. Preparó la pintura para las paredes, se calzó el mameluco.
Recordaba cosas dichas en la charla, trataba de asociar, el año 68, las amantes, no había indicios de militancia de ningún partido, las familias, amigos de san Isidro, ¿qué hacía en san Isidro? un barrio de gente pudiente, era dudoso y no había posibilidad de atar cabos, capaz clara tenía razón; Martín siempre se había encontrado parecido a ella, de qué sirve un pasado deshecho cuando queda tanto por construir en el futuro, de que servía volver para atrás tratando de comprender los errores ajenos que no sentaban bases para el presente que intentaba llevar a cabo, además si no dejaba la carrera para volver, nunca se hubiese enterado de nada, de algún modo su madre era otro ejemplo como su abuela; por eso pensó que su padre la había elegido como esposa, por similitud, en esa postura de que el tiempo no se nos escurra por los dedos, menos claro está, por los dedos de algún muerto.

- Que se vaya todo a cagar…mañana voy al escribano
Se quedó pintando hasta las cinco de la madrugada mientras escuchaba a Harrison de fondo, el disco, “Todas las cosas deben pasar” una frase a tono con otra “que se vaya todo a cagar”. Cuando empezaban a penetrar las primeras señales del amanecer, colgó el rodillo y se acostó en un colchón que había dejado en la cocina, detrás de la barra. Se despertó al mediodía.
- ¡La puta madre que te parió!
Grito mientras pegaba un salto del colchón, después de recibir una caricia de la cola de una rata del tamaño de un chihuahua
- ¡Negocio de mierda! ¡lo único que tiene es mierda, la puta que lo parió!, ¡¿quién carajo me mando a meterme en esta poronga?! Me vine de España para armar esta bosta, en este barrio de mierda, a mi solo se me ocurre…
La corrió durante un rato pero aún así no pudo a atraparla. Salió al supermercado a comprar algo para comer y veneno para ratas. Cuando volvió a entrar se sentó en la barra, abrió un paquetito de fiambre y armó un sándwich para almorzar, mientras masticaba se escucha en la cocina un estallido

- Ahí estás hija de puta…

Se levanta llevando en la mano un palo. Al ingresar encuentra en el piso una pila de diarios deshojados en el suelo; habían caído desde arriba de uno de los extractores de humo; agarrándose la cabeza, comenzaba a disgustarse cuando imaginaba como seguían incrementando los gastos ya que el lugar continuaba desmoronándose, además de las crías de ratas que debería erradicar. Se sentó en el suelo, agarró la pila de diarios, vio en una de las tapas la foto del bodegón y se detuvo a hojear los diarios, primeramente los revisó de forma superficial; entre las página de uno de los diarios, encontró una partitura doblada en cuatro partes, de color algarrobo, a causa del paso del tiempo y el encierro -No se puede leer una mierda- pensaba en silencio; siguió protestando, con la única alternativa posible que resultaba ser, el intento de reconstruir la lectura en otro momento, de todas formas lo miró, y trató de limpiar, mirar a trasluz. De un lado había una partitura, todavía podía entreverse las notas, de la otra carilla, parecía una carta por la disposición de las oraciones y el encabezamiento, dos puntos que separaban por un renglón un aparente párrafo, eso sí, no se veía una palabra, ni siquiera para centrar el tema; saber si era un pariente lejano, una carta documento, una carta del ejército emitida por las fuerzas armadas, una empresa privada reclamando alguna deuda o alguna carta insulsa de algún amor frustrado. Abrió nuevamente los diarios y esta vez los leyó página por página, los tres contenían una nota con la foto del bodegón, la misma foto, el bodegón rodeado de una cinta de seguridad de esas que coloca la policía, en uno de los diarios, el que se hallaba más legible, se podía leer una nota vinculada a casos policiales, no se dejaba leer la primera palabra de la frase, pero lo ayudaba a descartar la posibilidad de represión militar, aunque podía ser un caso encubierto; sabía que Fermín no era militante, ni escritor o periodista, ni trabajador en alguna veta social, solo un bandoneonista, sacó tantas conclusiones insospechadas que sentía un detective reprobado o un pelotudo, en el mejor de los casos. Intentó leer las notas, hablaban del bandoneonista como un traidor, un psicópata, una relación de desaparición con Guillermina Alcorta.

- Hola
- Hola mamá, soy yo, Martín
- Martín, ¿como estas? ¿Y el negocio, como está yendo?
- Está en veremos, necesito verte, que vuelvas, te quiero mostrar algo
- Ay Martín, es imposible, estoy trabajando muy fuerte acá, esta zona quedó toda destruida, después de los terremotos, cubrimos la zona todo el tiempo
- En serio, te necesito, encontré muchas cosas que quiero que sepas y que me ayudes a mí también
- Pero hijo no puedo
- Gracias, ¿sabes qué? Si quedó alguna grieta del terremoto tirate adentro
- Martín ¿qué dijimos mil veces sobre esto?
- No es una pavada
- Martín, yo se que habrás encontrado todo destruido, te removió tu vida, sé que estoy muy poco con vos, nos tendríamos que ver más seguido y charlar un poco sobre nosotros...te prometo que lo vamos a hacer muy pronto, pero por ahora, limpialo y abrilo, ocupate vos, eso es tuyo
- Es lo de menos lo destruido, no sabes lo que fue encontrar ese lugar -comienza a levantar el tono de voz hasta terminar gritándole- cuanto no me contaste de papá, de ustedes, de nosotros, de porque nos fuimos, me mantuviste en una mentira, a ver, ¿qué te pensabas que me iba a creer cuando volviera y encontrara esto? ¿vos sabés que hay adentro? ¿lo que encontré? no, no sabés nada, no te importa, no te importo ni cuando papá desapareció, menos ahora
- estás hablando como tu abuela
- Sí, claro y después me falta contestarte, “Lo que no se roba se hereda” , porque no se van las dos a la mierda …soy un pelotudo…me tendría que haber quedado en España
- Martín…no puedo seguir hablando, tengo que seguir trabajando pero quiero seguir hablando con vos, no es así, no, no… -se escuchaba un silencio que se torna en sollozos minúsculos- no es todo como vos pensás, no sé, creo que te contaron cosas por la mitad y te debo la otra mitad… ¿podemos hablar después?
- …
- ¿Podemos Martín?
- Llamame vos si querés -corta la llamada-.

Al día siguiente, ni bien se pudo levantarse, fue a un locutorio y busco información entrando a las páginas de las editoriales, una era Puerto de Buenos Aires, otra era La voz del sur, la última y única legible era Tinta roja, que era un diario emitido desde una de las agrupaciones del partido comunista. Puerto de Buenos Aires, había cerrad en 1945. La voz del sur, todavía existía, anotó el teléfono que figuraba en la página, aunque no así la dirección que se encontraba ausente. Tinta roja, tenía sede en Carabobo, el teléfono se encontraba pero no mencionaba si la editorial había cerrado. Ingresó a una de las cabinas telefónicas y llamó a la voz del sur

- Buenas tardes, usted se ha comunicado con el estudio jurídico del Dr. Alberto González puede dejar su mensaje después de la señal, que nos comunicaremos a la brevedad…
- Buenas…eh, mi nombre es Martín Aráoz, quería comunicarme con la editorial que tiene su teléfono, si sabe algo le dejó mi teléfono para que se comunique conmigo es 15657890…le repito 15657890, por favor, es de suma urgencia, gracias
Martín continuó rezongando mientras marcaba el número de tinta roja
- Hola ¿qué tal?
- Si ¿quién habla?
- Hola, mire me llamo Martín Aráoz, quería saber si funciona todavía la editorial tinta roja ahí
- Eh…no…mira se cerró hace unos cuantos años, hay gente del partido todavía, pero no existe más la editorial
- Eh, quería saber si podría existir un archivo de lo editado… por una nota que tengo del año 1948, te cuento… estoy con unos temas familiares, necesito orientación, el diario saco una nota en ese año, no puedo leer absolutamente nada y necesito saber algo justamente por estos temas
- Mira yo no tengo nada que ver… soy del partido…tenés que venir cuando esté Osvaldo Márquez que es uno de los que quedó del tiempo de la editorial…igual hay que ver ¿eh? mirá que la editorial la cerraron
- Bueno ¿cuándo puedo pasar?
- A Osvaldo lo encontrás después de las cinco de la tarde, menos los lunes y martes, ni fines de semana
- La dirección es la misma de siempre
- Si, en Carabobo
- Bueno, muchas gracias
- De nada, hasta pronto
Después de cortar, salió del locutorio hacia el edificio de archivos generales de las ediciones publicadas en la nación, para ver si podrían ofrecerle información de las editoriales, incluso de las que hoy en día se encontraban cerradas. Aguardó en la mesa de entrada hasta ser atendido por una joven, se dirigieron juntos a una oficina donde están las computadoras que registraban todas las noticias emitidas, desde los periódicos masivos hasta las editoriales más pequeñas y zonales, incluyendo la edición de revistas de propaganda política universitaria u organizaciones sociales, o gacetillas de poetas suburbanos y expositores de artes.
- Buenas tardes
- Que tal, buenas tardes ¿qué necesitabas?
- Mirá quería saber algo sobre una noticia, que ocurrió en la boca, es de hace muchos años, lo que tengo son las portadas de los diarios que hicieron nota, no se leen los redactores pero quería información precisa, el tema es que son todos diarios zonales y…
- No hay problema con eso, vení pasa, decime el nombre de las editoriales, el año, mes y día, después buscamos la nota
- Puerto de Buenos Aires, 1948, 14 de Agosto
- Bien ¿asuntos?
- Asuntos…¿qué? no se
- Sección de economía, deporte, policiales… ¿de qué sección era la nota?
- Creo que policiales o no sé, ¿cómo se le dice a las notas de barrio?
- No existe una sección que se llame notas de barrio…espera un minuto…esta editorial no existe más
- Si, ya sé…pero quedo algún archivo del día
- Si… contame un poco de qué se trataba, a ver si encontramos algo en común
- Algo que haya pasado en el bodegón de Olavarría, con la desaparición de Guillermina Alcorta a través de Fermín Aráoz…no sé, son los únicos datos que tengo
- Bueno, aguárdame un minuto…no, no… nada
- Bueno…busca, diario La voz del sur…1948, 13 de agosto
- Mmm… nada en común con lo que buscas… cambio de cuerpo de la policía federal… en ninguna editorial hay nada de lo que buscás, todas las notas hablan sobre delitos, la historia argentina es una cárcel con puertas giratorias…viste, los tangos siempre tienen la explicación… “da lo mismo que seas cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”
- Si… puede ser
- ¿Cambio de cuerpo? ¿Quién asumió como jefe de la policía?
- “Ayer por la mañana, en el desfile de federales organizado en la escuela de suboficiales Ramón Falcón, el Tte. General Alcorta, asumió el mando del cargo como jefe de la policía de la ciudad de Buenos Aires”
- Si… ¿y de Guillermina Alcorta que dice?
- Nada, es una nota del cuerpo policial
- No puede ser, tiene que haber otra nota en esa semana sobre la hija
- No hay más
- Bueno…te paso el último
- Tinta roja, 16 de agosto de 1948
- No existe
- Como no existe, tengo el diario acá
- No estaban registrados
- Si que estaban, ayer hablé con la chica del partido
- Bueno, mirá no tengo nada… ¿ves?
- Pero te muestro la hoja, ¿ves? Tinta roja, fundado en 1903... bla, bla, bla…
- Bueno, no aparece nada ¿qué querés que haga? Si no está acá, no está en ningún lado…me tengo que ir a atender a otras personas, buenas tardes
- Gracias
- No puede ser… no, tengo los diarios acá, las notas están
- Por favor, dejame seguir trabajando

Cuando salió del archivo, caminó hasta el subte, dirigiéndose hacia la sede del partido donde funcionaba la editorial de Tinta Roja, sabía que era miércoles y ese tal Osvaldo tendría que estar. Golpeó la puerta, lo atendió una señora que aparentaba ser una secretaria

- Hola
- Buenas, ¿Osvaldo?
- No vino hoy, se sentía descompuesto
- Ah, hoy hablé con una chica de acá, ¿alguna persona que haya trabajado en Tinta roja?
- Nadie, Osvaldo…pasa mañana, capaz que viene
- Bueno, dale, gracias… ¿le podrías dejar un mensaje?
- Decime
- Yo soy Martín Aráoz, soy bisnieto del dueño del bodegón que está sobre Olavarría, a mi bisabuelo lo secuestraron y a otros de mi familia…quería conseguir algunos datos…eso, si puede ayudarme me haría un gran favor
- Está bien, quedate tranquilo… ¿vos tenés algún teléfono de donde vivís?
- Si, te dejo mi teléfono…el del bodegón, 4305-6786, voy a estar allá el resto del día, vivo ahí, que me llame a cualquier hora no tengo problema
- Bueno, gracias, le aviso…suerte
- Chau, gracias

Mientras volvía caminando, hasta llegar a la boca de subte, trató de ubicar por teléfono a su madre, era más que seguro, que a esta hora se encontraría en la agencia. Sería doblemente efectivo, ya que ella también tenía acceso a los archivos de cientos de medios y editoriales, razón por la cual, Martín no concebía porque era él mismo, el que estaba tratando de desentrañar lo sucedido, después de tantos años, con su padre y su abuelo desaparecidos; porque su madre, una periodista tan falsamente comprometida con la impunidad, no podía sincerarse con su propia historia.

- Martín
- Mamá decime, encontré tres diarios con notas de la sección policial con una foto del bodegón, llamé a las editoriales, algunas cerraron, todas, pero ¿puede ser que en archivos generales de la nación, no figuren digitalizadas todas las notas de los diarios de ese día? las mismas notas que están redactadas en los diarios que yo tengo en mano
- No…no puede ser, queda todo archivado, es imposible que saquen notas
- No hay, lo vi con mis ojos
- No…no puede ser, es ilegal
- Bueno, no están, me falta ir mañana de vuelta a un partido donde figuraba una de las editoriales… hasta donde llegó papá
- No llegó a saber
- ¿Sabías esto?
- …
- Mamá
- No…cuando el averiguó, todavía las editoriales estaban funcionando, ese día se fue temprano… venía a encontrarse conmigo, en un café al mediodía para contarme, el iba a volver, nunca llego después que salió de ahí
- ¿De dónde?
- No sé de dónde, no lo pude saber ¡Basta Martín, deja todo ahí! ¡Deja, te van a buscar, basta Martín, en serio, no te quiero perder a vos también!
- Estoy a un paso, ¡ayudame boluda!
- ¡Tu papá también estaba a un paso, basta!
- Igual lo voy a averiguar, mañana te llamo y te cuento
- No, Martín, basta por favor, no me contestes eso (se siente el llanto) eso me contesto tu papá, nunca más lo volví a ver, por favor… ¡Martín!

Una vez más cortó la llamada -fiel a su temperamento caprichoso de hijo único- aunque del otro lado del teléfono resonaran llantos. Entró al bodegón y revisó a trasluz la partitura, no podía leer casi nada, levantaba la hoja, la del diario tinta roja. La abrió, era grande, como las páginas del diario La Nación, la puso a al ras de una lamparita, acercó sus ojos hasta casi impregnar su rostro a la hoja, con tal de leer una palabra más

- la concha de la lora…
Un golpe y un empujón en la boca del estómago lo hizo caer de espalda al piso

- ¡Pero la puta que lo parió! (repetía mientras daba un paso hacia atrás)
- ¿Que hacés nene?
- ¿René cómo entraste?
- Te olvidaste la llave del lado de afuera, te la vine a dejar
- ¡Pero golpee hombre! Casi me mata
- Jaja ¡no! yo no
- ¿Qué?
- ¿Le preguntaste a tu abuela que pasó?
- No, le dije que no…se puede ir de acá, estaba ocupado
- Te ayudo
- No, no, váyase
- ¿Qué querías saber Martín?
- Nada, váyase
- ¿Querías saber quien escribió esto? - Señala las paredes-
- Usted me dijo que no sabía nada… dígame… ¿quién fue?
- No… ¿qué te queda Martín?… “tinta roja en gris del ayer”
- ¿Está loco? váyase, en serio, no quiero tener problemas con usted
Le golpea la cabeza con su palma produciéndole dolor
- ¿Qué hace? – defendiéndose de las cachetadas- llamo a la policía
- Ajaja ¿ah sí? Alcorta chico le va a importar mucho… poco mejor dicho, lo que a vos te pase o lo que le paso a tu viejo y a tu abuelo ¿sabes dónde está tu abuelo?
- ¿Dónde?
- Ahí abajo…no, perdón ahí debajo de tus pies, estás pisando a tu papá
- Mentira, a mi papá se lo llevaron
- Si, se lo llevaron, lo quemaron y lo pusieron de abono con tu bisabuelito, estos días dormiste con ellos y no sabías, no te lo dije de entrada para que no te asustes
- ¿y qué querés conmigo?
- Nada…no te quiero, acá no los queremos a la familia Aráoz, se meten donde no los llaman
- ¿vos quien sos?
- René… Alcorta, soy el primo hermano de Guillermina…tu bisabuelo se movía a mi prima y a mi prima se la movía mi papá también, pero a Guillermina le gustaba más Fermín y no…no, no señor, la sangre no se mezcla…ella era de de San Isidro con el pulgoso de la boca de tu bisabuelo, además primero se la cogía mi viejo ¡pero! tu abuelo era un tipo trasgresor… y bueno a los trasgresores hay que bajarle los talones… y donde hay un trasgresor hay un buchón, siempre hay un buchón…¡la vida es una tango Martincito querido! La vida es ese cambalache de Dicepolín, a mi pagan para que a los soretes de tu familia se los trague la tierra
- Sos un viejo de mierda, hijo de puta, ¿vos mataste a mi viejo?
- No, yo no ¡yo denuncio! descuartizan los otros, ah, hablando de descuartizar
- ¿Sabes qué? era ¡músico macabro! Músico era, ERA, porque dejó de existir, eso le pasa a la gente de mierda como Fermín, estaba loco tu bisabuelo, loco por ella…¿sabés que le hizo a mi prima?... él le prometía todas las noches que la iba rescatar de la familia, que se la iba a llevar, le armaba un paraíso romántico donde la iba a proteger, a acariciar y acariciar… cuando ella se escapó por última vez de su casa para poder acostarse con tu abuelo, sin olvidar que previamente se habían llevado a tu abuela, a tu bisabuela, ¡la tenía jurada!… él descuartizo a mi prima, le limpio los huesitos, los pulió con esas cosas que vos no sabés para que sirven, porque sos un gallego cuadrado, imbécil que te volvés con la cola entre las piernas de España que no sabés ni lavar un plato y te dejaron esta bosta para que levantes y te que creas que vos servís de algo… los pulió como te decía, los huesos y armó rectángulos, teclas, armó ese bandoneón, mi prima es ese bandoneón, el alma de mi prima está en el bandoneón, el que apretaba todas las noches, que el acarició todas las noches como le prometió, hasta que mi viejo se dio cuenta lo que había hecho y ahí se le acabo la fiesta, el sueño, ahí está, en cenizas, quemado vivo para que no ocupe espacio. Tu viejo, está ahí al lado de Fermín, mezclado con Fermín y con tu bisabuela, ahí todos hechos polvo… tu abuela zafó porque era bellísima… y me quedo corto, era una muñeca, entonces se la llevó bisabuelo Alcorta y después pasó por la poronga del abuelo y del hijo. Se casaron y la perdonaron, después bueno, nació tu papá, pero tu papá era hijo de otro amante, un negro de mierda, del tipo de hombres que encajaban con tu abuela, en el fondo ella venía de esa calaña, así que... cuando hubo que liquidarlo, no había nada que pensar y después se te ocurrió volver ¡un boluuudo vos! Bueno, te cuento que están por venir para acá ¿te creíste que era Tinta roja porque eran neobolches? ¿revolucionarios trasgresores que te iban a ayudar y a unirse caminando de la mano con vos contra los milicos?... tinta roja es la sangre que va a correr de vos, es una trampera, pero la gente asocia al bolchevique, al che Guevara, la gente es idiota y lo peor es que no se da cuenta, le gusta tanto creer en el subtexto, que se olvidan lo obvio
- Pero porque salió la nota en el diario de Tinta roja, si son los autores
- Salió… ¿pero vos sabés si la nota habla a favor o en contra de tu bisabuelo? La nota es lo de menos, lo que importa es de qué lado la cuentes ¿sabés que es peor y mejor? depende de qué lado estés, tenés el poder de hacer desaparecer una noticia, robas un hecho de la historia, hacés del tiempo como si nunca hubiese existido, es como buscar una huella de memoria en la cabeza de un esquizofrénico…
- ¡Son una mierda! Unos hijos de mil puta
- Sí, pero la gente no sabe…igual tu bisabuelo, era una mierda también, ahora decime…si te hubieses enterado de lo que hizo tu bisabuelo ¿qué pensarías de él?
- Que era un hijo de puta, ya lo pensaba desde que hablé con mi abuela
- Bueno…tu papá no, lo justificaba
- Y a mí que me van a hacer
- Primero te voy a hacer que hagas un llamado
- ¿A quién?
- A tu mamá
- ¿Para qué?
- Decile que a las 5 de la tarde de pasado mañana estás en el aeropuerto de Valparaíso
- ¿Me van a mandar allá?
- No, pelotudo
- ¿Para qué le voy a hacer eso?
- Para que te espere… y no llegues, a ver qué notita se le ocurre a tu mamá periodista, ella que es tan profesional pero nunca pudo averiguar dónde estaba el marido

Martín le arroja un golpe a la cara y René, Martín tomó inmediatamente entre las manos, una lata que contenía pintura y que se encontraba en el piso, estrellándosela contra la cabeza, una y otra vez hasta lograr deformarlo, desgarrarle parte de la carne del rostro y dejarlo inconsciente. Se apartó mareado y desconociéndose, respiraba exhalando con una fuerza de animal, observó sus manos chorreantes de sangre, tratando de centrarse después de aquel trance de locura, oyó el motor de un auto detenerse en la puerta del negocio, trepó por la salida de los extractor de humo que se había desmoronado en la cocina; su cuerpo entraba demasiado justo, presionaba con las manos las vigas de metal tratando de abrir la chimenea, pudiendo escapar por el techo, pues si no lo hacía a tiempo, estaba a veinte pasos de acabar muerto junto a su familia; además no había otra salida, estaba en el último cuarto del negocio, alejado de de las salidas. Escuchó la puerta derribarse, sacudió las vigas con más fuerza y sintió los pasos ágiles de las botas cada vez más cerca de la cocina, detonaron disparos hacia las paredes; estaba volviendo a suceder, derribó los fierros segundos antes que la chimenea se desplome.

- ¡Pendejo hijo de puta, baja! La concha de tu madre, ¡volvé! volvé hijo de puta, vayan por afuera y suban al techo

El teniente que estaba a la cabeza del secuestro, se quedó dentro de la cocina con otros dos agentes de la policía tratando de llevar a René hacia el vehículo. Mientras Martín seguía caminando por la cornisa de sus vecinos hasta arrojarse a uno de los patios de las casas aledañas, tratando de desviar a los agentes que lo seguían por detrás; algunos de ellos agentes marchaban por las calles laterales la manzana, otros ascendieron por la misma salida que utilizó Martín, pero por el mismo derrumbe del extractor, lentificó su salida hacia la superficie. Mientras, Martín ingresó en aquella casa en que se había lanzado, trepó una reja que conducía por un pasillo hacia la calle; en ese trepar rasgó su pecho contra las puntas de las rejas, se sacó la camiseta y se la calzó a la cabeza en forma de turbante. Consiguió con sumo sigilo salir a la puerta, corrió hacia el lado de Caminito, se intentó camuflar entre los puesteros, los turistas y siguió corriendo, con una velocidad de superhéroe, que el fondo tenemos todos los seres humanos en las situaciones límites, aquellas donde somos capaces de levantar un auto con un dedo, si se debate entre esto, la continuidad de nuestra vida.
Llegó corriendo - Sin haber disminuido el ritmo ni por un segundo con que empezó a hacerlo- hasta barracas, sorteando cualquier sujeto que se traspusiera por su camino. Sabía que afuera seguirían acechando, patrulleros, agentes y quizá hasta helicópteros, contaba con la suerte de ser novato y desconocido. Ingresó por una ventana de vidrios rotos a una curtiembre desmantelada y se desplomó de cara al piso, con el último resto de oxígeno, hasta el día siguiente. Oculto por unas cajas putrefactas y medio deshechas, se despertó a la madrugada. Eran las 3.30 am, aún estaba oscuro, salió de la curtiembre. Martín transitaba por la calle hacia ninguna parte, ya que en su situación no podía ir de Clara, su abuela, ni llamarla para no exponerla a ser lastimada; no podría irse con su madre, porque en el aeropuerto lo detendrían, ni llamarla porque quizá podría haber escuchas telefónicas que lo delaten. Siguió caminado, mientras recordaba la sucesión de hechos, culpándose de su propia inocencia. Todos los indicios estaban desde que llegó; lo entrañable del pensamiento que parece absurdo, inabarcable y lo es todo, todos los versos de tangos, que salían de la boca de todas las personas que cruzó esas semanas, tangos que iban recitando la historia que la propia familia no puede contar de sí misma; el lenguaje corrupto y tergiversado del poder, que cambia los significantes de las ideologías hasta perder su esencia, donde uno termina adquiriendo conejo por liebre, con la estúpida y demente certeza de estar viendo la liebre y seguir creyendo que eso que nos dieron es conejo, por el irrefutable doble discurso que separa el significado de la significación. Y entonces, si por casualidad se visualiza la liebre, una mano más fuerte nos succiona convirtiéndonos en el alimento procesado y triturado que alimenta la liebre. Martín recordó otras dos frases que habían quedado marcadas a fuego; “lo que no se roba se hereda” la frase de cabecera de su abuela, cuando quería transmitirle a Martín, la existencia de lo predestinado, que él debía ser un transgresor como su padre. La segunda “lo que importa no es el contenido, lo que importa es del lado que la cuentes” si era como su padre, estaba solo, solo, contra todo un poderío; con suerte, acababa muerto. Pero si guardaba silencio, no moría con dignidad, no hacía respetar a las pérdidas cometidas en su familia. Pero… ¿A quién le tenía que ser fiel? ¿A un ideal o transcurso del tiempo? a la vida concreta, como hizo su madre, de ella heredaba también otra parte, vivir, ser un buen tipo, sin dejar que el pasado siniestro lo destruya, ser digno, pero defendiendo el solo hecho de respirar. Siguió caminando con las manos en los bolsillos hasta perderse en la oscuridad, por ahora, solo era preso de sí mism

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